Estamos destinados a entrar en conflicto por mucho que intentemos evitarlo. Da igual si eres jefa o jefe, empleado, parte de un equipo o trabajas por tu cuenta (los conflictos internos, los peores). Además, seguro que todos hemos sido un poquito idiotas en alguna ocasión [1].
Si algo he creído aprender estos últimos años es que no se puede huir indefinidamente de la incomodidad y del conflicto por muy bien que podamos driblar situaciones así. Es mejor invertir nuestro tiempo y esfuerzo en aprender a gestionar los conflictos y no a evitarlos.
Algo que es mucho más fácil decir que hacer, claro.
A lo que voy: No recuerdo cuándo ni cómo llegué hasta el vídeo que incluyo a continuación y que es lo que da título a esta entradilla. Lo que sí recuerdo es lo mucho que me llamó la atención.
Tras este titular tan clickbait (pero real 100%) se esconden varios motivos puros de corazón: compartir algunas vivencias, organizar de una vez por todas los enlaces que tengo guardados en marcadores sobre cómo preparar entrevistas de trabajo y por supuesto soltar un rollo macabeo.[1]
Pongámonos en situación: Siempre me he considerado una persona llena de inseguridades, privilegiada en el ámbito profesional. Nunca me ha faltado trabajo e incluso he tenido la suerte de poder elegir. Pero eso no quiere decir que en su momento no haya sido rechazado en procesos. Recuerdo allá por 2008 que en la primera charla que dí comenté el dato de haber enviado 2 C.V. y no haber recibido respuesta a ninguno. Me pillé tal rebote que supe que tendría que cambiar de estrategia.
Tener ese privilegio no quiere decir tampoco que no vaya a llegar el día en que me toque darme un hostión o que no sufra del síndrome del impostor.[2] Al final esto de sentirse así te vas dando cuenta que es algo que «viene contigo» y te haces a ello, intentando sacarle algún aspecto positivo.
Las personas inseguras como yo suelen buscar una validación externa que ayude a mitigar esa sensación de I have no idea what I’m doing. ¿Qué mejor forma de validar tus capacidades que poniéndote a prueba en una entrevista de trabajo?
Hay más razones por las que toca saber cómo preparar entrevistas de trabajo, claro, no vayamos a pensar que vivimos en el mundo de la piruleta o que yo las he hecho siempre por el mismo motivo. Ana Asuero comenta aquí sus porqués y si yo tuviese que agrupar las motivaciones que te pueden llevar a iniciar un proceso de cambio de trabajo, me saldría una lista tal que así:
La empresa tiene un estatus o renombre que crees que puede abrirte puertas de cara al futuro.
Conoces a gente dentro del equipo con la que te gustaría trabajar porque crees que puede ser positivo para tu desarrollo.
Consideras que has cumplido una etapa en tu puesto actual y que es el momento de decir adiós[5]
Sea cual sea la razón, toca preparar la entrevista.
Siento decir que no hay una estructura válida a nivel worldwide y tampoco tengo consejos mágicos. Los procesos de contratación pueden variar mucho en función de la empresa, la localización, cultura y por supuesto del puesto al que quieras optar.
Algunos procesos son opacos hasta que te metes de lleno en ellos; otras empresas comparten cómo es de manera pública [6][7] o incluso te cuentan cómo evolucionan y se dan cuenta de las mejoras que aplican con el paso del tiempo. [8]
De todas formas algunas fases o procesos que sí suelen ser habituales y para los que hay que prepararse:
Breve introducción telefónica
Habitualmente todas las entrevistas de trabajo empiezan de la misma forma. Es una manera de romper el hielo y comentar la jugada inicial. Sirve como primer filtro para no continuar avanzando en el proceso, poniendo sobre la mesa detalles que quizá no han quedado claros en la oferta publicada. Particularmente creo que no hay mucho misterio que resolver aquí. Simplemente se establece que ambas partes van alineadas antes de continuar.
Retos o prueba técnica
Más allá de la eterna discusión sobre hasta qué punto es necesario o justo pedir a un posible candidato o candidata que invierta tiempo de su vida en preparar una prueba técnica, el caso es que haberlas haylas.
Las pruebas técnicas de desarrollo no las tengo muy controladas pero en algunas ocasiones Youtube me ha recomendado vídeos de pruebas de este tipo:
En las pruebas relacionadas con diseño también hay un poquito de todo. Independientemente del detalle del reto o la tarea a realizar, ojo al dato: tengamos en cuenta que proponer una solución visual es parte de la resolución de esta fase pero también lo es el proceso y camino que nos ha llevado hasta ella. Indispensable explicarnos bien y sentirnos cómodos a la hora de justificar por qué hemos puesto-el-logo-más-grande.jpg
Más allá de eso, el framework con el que realizar la tarea puede variar mucho. Recomiendo estar mínimamente al día en lo que a herramientas de diseño digital se refiere y adaptarse a las que tu posible futura empresa está usando.
Entrevistas con una o varias personas con el equipo
Aquí entraría lo que son las behavioral interviews sobre aspectos más cotidianos de tus experiencias pasadas y cómo has afrontado determinadas situaciones. Hay muchísima información sobre este tipo de procesos. Un par de enlaces que tengo guardados porque me han ayudado a mejorar y descubrir conceptos que desconocía y he aplicado directamente son estos a continuación:
Especialmente relevante lo del método S.T.A.R que comenta Alberto. Si se me hubiese ocurrido a mi me hubiese forrado vendiendo libros y cursos, maldita sea. ¡Qué manera tan sencilla y brillante de obligarte a sintetizar parte de tu trayectoria profesional!
Siguiendo los conceptos que están en las palabras que componen el acrónimo, el asunto es plantear o definir una situación en el pasado, las tareas que la persona evaluada tuvo que realizar ante dicha situación, las acciones que tomó y cuáles fueron los resultados alcanzados.[9]
Ambos artículos, tanto el de Alberto como el de Félix, amplían con su visión todo esto de cómo preparar entrevistas de trabajo. Cosa fina.
Finalmente y ya para ir cerrando hoy, estos son otros aspectos a tener en cuenta a la hora de preparar las entrevistas que considero básicos basiquísimos y son independientes tanto de la fase del proceso como del empleador en sí:
Ser una persona sincera.
Estudiarse un poco la empresa con la que vas a realizar el proceso: sus valores, objetivos, su equipo…
Sentirse cómodo o cómoda hablando con desconocidos sobre tus expectativas o tus flaquezas.
Preguntar todo lo que consideres necesario por muy absurdo que te suene.
Pedir feedback para mejorar al final del proceso, independientemente del resultado final.
Bola extra: Gracias a Máximo me he enterado de este recopilatorio de preguntas que no vendría nada mal tener a mano cuando nos toque a nosotros hacer las preguntas durante el proceso: Reverse Interview for Designers
First things first: this post was entirely written in English to force myself to do something new. Some years ago, I was comfortable writing texts in English but I feel quite rusty as time goes by.
Let’s be honest here, I want to be happy and rich. Unfortunately, the Internet always sends me the message that I can’t do it if:
I don’t buy bitcoins or
I can’t understand/talk/write English.
The price of Bitcoins is very high for me so I think I’ll keep the cheapest option.
Of course, it is a very short post (well-played, Armando) so I don’t think I will have a lot of problems trying to look professional as I am writing this sh*t.
I just wanted to save this topic I recently saw on Twitter for my future self
On that thread, I saw a reply from Edorta that made me discover a Hawaiian tradition called Hoʻoponopono:
What a beautiful way of dealing with today’s world, right?
Although it isn’t really related, when I read that Wikipedia article about Hoʻoponopono I remembered Doc Rivers’ Ubuntu Culture:
I prefer not to start writing about Ubuntu or the specific episode on mr. Rivers because I don’t have enough vocabulary to feel comfortable. I wanted to point out that those types of ideas make me think that we should pause for a second and stop thinking about new agile methodologies or what’s the best way to read those +300 articles that you save for later which promise you to be a better manager (fun fact: you will NEVER EVER read all those articles).
It’s always about the people. As simple as that.
If you want to start learning about Ubuntu (not related to geeks in any way), I’d like to recommend you to stop looking for suggestions on Amazon and start talking with people who are curious about that topic.
Una de las frases más recurrentes y absurdas que empleo en conversaciones con mi hermana es esta de Ralph Wiggum que sirve como título a este post.
No sé muy bien por qué, pero cuando la escuché por primera vez, se me quedó grabada en la memoria. Solemos utilizarla en los momentos en los que entramos en algún tipo de bucle conversacional que no nos lleva a ninguna parte. Invocamos a Ralph y a otra cosa.
Los bucles conversacionales con mi madre eran bien distintos y la culpa era mía: siempre he sido un poco cabezón y algo petardo. No se me da especialmente bien hacer determinadas tareas o recados si no se me explica el «por qué» previamente.
Digo que eran bien distintos porque en el momento en que aparecían, eran masacrados sin posibilidad de resurrección: «Haces esto porque te lo digo yo que soy tu madre». Maravillosa jugada, mamá. No hay pero que valga.
Podríamos pensar que en el ámbito profesional la cosa cambia porque no hay comodín de madres… aunque hay otros diferentes, no vayamos a pensar que esto es el mundo de la piruleta. No obstante como ahora In Data We Trust, todo me parece maravilloso para aportar sentido y criterio y evitar bucles.
El caso es que hablando de sentido y criterio me parece que nos queda mucho por aplicar a la hora de abordar el tan famoso feedback.
Parece que tenemos un problema con el feedback, terminamos entrando en los ya mencionados bucles y de regalo nos llevamos el premio gordo del estrés, la ansiedad y el mal humor.
Me gusta creer que el conflicto que asociamos al feedback no es del feedback como concepto, sino que el verdadero problema parte de una premisa mucho más generalista: creo que tenemos que aprender a comunicarnos y a gestionar mejor las emociones. En el trabajo con nuestros compañeros y superiores, en casa con la familia o en la panadería con ese que se acaba de colar.
Decía en mi anterior post que será que me estoy haciendo mayor y es que además de perder pelo, me hago más cascarrabias (y pedante). Si algo creo haber aprendido es que aún nos queda mucho en «esto de hablar y comunicarnos». Y si bien los que tenemos algún puesto de responsabilidad o estamos a cargo de equipos, somos principales artífices para generar espacios de feedback sano, creo que es una tarea de la que no debería librarse nadie.
Como dice Javi a continuación: El objetivo NO es tener la razón.
Conocí a Christine Nöstlinger gracias a mi madre y a su suscripción al Círculo de Lectores, esa especie de «club» donde si no recuerdo mal, estabas obligado a comprar algo cada mes[1]. Mi madre siempre me animó a leer mucho y el círculo ofrecía un catálogo bastante extenso en el que poder escoger entre un montón de historias orientadas a jóvenes enganchados al Bollycao como yo.
Así fue como descubrí una de las obras infantiles de Christine, «Me importa un comino el rey Pepino». Si bien no recuerdo la edad que tendría al leerlo ni el argumento, lo cierto es que jamás se me ha olvidado el título. Tenía mucho más punch que «Mi Tío Teo».
Pegamos un salto temporal de un buen puñado de años, hasta el 2008, para acercarnos a otro recuerdo imborrable: este momentazo de Joan Laporta, expresidente del F.C. Barcelona, cuando se dirigía durante uno de sus discursos a las peñas del equipo culé.
No se vayan todavía porque aún nos queda otro salto adicional. Este nos transporta a noviembre de 2019 donde Guzmán me recomendaba leer El sutil arte de que (casi todo) te importe una mierda. Imposible saber si me gustaría o no… pero con ese título tenía que comprobarlo.
A estas alturas aún no lo he completado del todo pero puedo animar a cualquiera a pegarle un repaso. Se trata de un libro bastante ligero, con tufillo a autoayuda, que incluso ha conseguido que sonría en alguna ocasión. Curiosamente hablé con Diego a final del año pasado y, entre otras cosas, compartí con él que solo tenía un propósito REAL para 2021: sonreir un poquito más. Lo sé, muy mister wonderful.
¿Qué tienen en común la aventura del rey Pepino, la frase de Laporta y el libro recomendado por Guzmán? A priori no mucho la verdad. Hmmm… Voy a ver si puedo seguir enmarañando la trama de este post. ¡Que entre Twitter en escena!
Creo que en términos generales muchos nos podríamos sentir identificados con este comentario en voz alta de Cris. Hasta es posible que nos hayamos cruzado con tweets similares en algún otro momento. Si más de 300 millones de personas usan Twitter[2], digo yo que puede que nos encontremos con alguno parecido, sí.
A mí leer el tweet de Cris me hizo recordar Evasión.
Evasión es un artículo firmado por Borja Ventura en la edición impresa de Jot Down nº 3 allá por 2014 y que al no poder encontrarse disponible para leer digitalmente, me permitieron reproducir íntegramente en este rinconcito.
Curiosamente hoy Samuel Gil publicaba una reflexión titulada Alquimia. Me hizo gracia leerla y encontrar una frase que encajaba perfectamente en la idea que quería transmitir aquí hoy. Dice Samuel lo siguiente:
Será que me hago mayor pero tengo la sensación de que hemos entrado en una tendencia muy poco recomendable en la que creemos que absolutamente todo es importante y no nos han preparado realmente para lidiar con algo así. ¿Realmente es tan vital la foto que comparto de mi nuevo rollo de papel higiénico? ¿Es necesario defender prácticamente como si nos fuera la vida en ello un argumento sobre el último disco de C. Tangana? ¿No estás actualizado a la última versión de Figma? ¿Me estás diciendo EN SERIO que no escribes una newsletter? ¡Sapristi!
Esta vorágine, infoxicación y ansiedad vienen condicionados habitualmente por factores externos como tu jefe en el trabajo, un compañero touchballs, un usuario en Twitter que sabe más que tú de tu propia vida, tu vecino el del quinto, tu gobierno o tu famila. Y luego están las zancadillas que nos ponemos nosotros mismos derivadas de los famosos síndromes del impostor y FOMO ya que nos ponemos.
Que hay cosas que están mal no lo voy a negar. Pero quizá debamos enfocar nuestros esfuerzos de otra manera. Quizá sea bueno entender que está bien ser mediocre. Quizá no pasa nada por no estar tan a la última o dejar Twitter unos días. Quizá debamos aceptar que hay gente que puede hacer 20 cosas y nosotros solo 2. Quizá debamos ponernos menos la zancadilla nosotros mismos.
Y ojo, sé que todo esto es muy fácil decirlo cuando tengo la nevera llena y estoy sentado desde mi cómoda silla (de Ikea) mientras escribo gracias al MacBook Pro que me han proporcionado en mi trabajo actual. También tengo la calefacción puesta, no vaya a ser que coja frío.
No digo que la vida sea simplemente un juego; pero quizá, solo quizá, debamos pensar qué podemos hacer para sonreír un poco más y que nos importe un poco menos el rey Pepino. Así que al loro, que no estamos tan mal y hay cosas que realmente lo único que se merecen es que nos importen una mierda.