Quizá no te suene de nada pero «La navaja de Occam (Ockham)» es un principio que afirma que, en igualdad de condiciones y ante la posibilidad de elegir, conviene decantarse por la solución más sencilla porque con casi total seguridad será la correcta.
No es algo nuevo y realmente es algo lógico. Apliquémoslo al terreno que nos ocupa: la inclusión de elementos innecesarios puede provocar un descenso de la eficacia de un diseño, llegando a situaciones en las que se produzcan «estorbos» o situaciones inesperadas (posiblemente el caso de algunos logotipos inadecuados). Un peso visual añadido de manera innecesaria provoca «ruido», perjudica el resultado.
Con esto no digo que se tienda por el camino minimalista (aunque esté de moda parece ser). Una cosa es un diseño simple y otra un diseño sencillo. Mirad por ejemplo la web de Google. Mientras la competencia se apresura a añadir más y más herramientas y funciones, este buscador sigue agarrándose a un diseño sencillo pero que cumple perfectamente con su cometido.