¿Es que tengo que tener una razón para todo?

Cuando estaba cursando estudios de diseño, una de las partes más petardas de los ejercicios prácticos era la realización de “la memoria”. Esta memoria era “simplemente” la justificación y argumentación de los procesos y decisiones tomadas que nos llevaban al producto final presentado. Ya fuera cartelería, diseño editorial o una ilustración en blanco y negro, había que razonar al menos mínimamente qué nos había empujado hasta entregar lo que cada uno considerábamos como un ejercicio terminado.

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Subflash 2013, despedida y cierre

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