Una de las frases más recurrentes y absurdas que empleo en conversaciones con mi hermana es esta de Ralph Wiggum que sirve como título a este post.
No sé muy bien por qué, pero cuando la escuché por primera vez, se me quedó grabada en la memoria. Solemos utilizarla en los momentos en los que entramos en algún tipo de bucle conversacional que no nos lleva a ninguna parte. Invocamos a Ralph y a otra cosa.
Los bucles conversacionales con mi madre eran bien distintos y la culpa era mía: siempre he sido un poco cabezón y algo petardo. No se me da especialmente bien hacer determinadas tareas o recados si no se me explica el «por qué» previamente.
Digo que eran bien distintos porque en el momento en que aparecían, eran masacrados sin posibilidad de resurrección: «Haces esto porque te lo digo yo que soy tu madre». Maravillosa jugada, mamá. No hay pero que valga.
Podríamos pensar que en el ámbito profesional la cosa cambia porque no hay comodín de madres… aunque hay otros diferentes, no vayamos a pensar que esto es el mundo de la piruleta. No obstante como ahora In Data We Trust, todo me parece maravilloso para aportar sentido y criterio y evitar bucles.
El caso es que hablando de sentido y criterio me parece que nos queda mucho por aplicar a la hora de abordar el tan famoso feedback.
Parece que tenemos un problema con el feedback, terminamos entrando en los ya mencionados bucles y de regalo nos llevamos el premio gordo del estrés, la ansiedad y el mal humor.
Me gusta creer que el conflicto que asociamos al feedback no es del feedback como concepto, sino que el verdadero problema parte de una premisa mucho más generalista: creo que tenemos que aprender a comunicarnos y a gestionar mejor las emociones. En el trabajo con nuestros compañeros y superiores, en casa con la familia o en la panadería con ese que se acaba de colar.
El clima actual parece que nos incita a polarizar nuestras posturas y pensamientos. A reflexionar poco y actuar ya. También están los sesgos cognitivos, el hecho de haber adoptado metodologías sin estar preparados… Parece que todo termina siendo más discutir y menos conversar.
Decía en mi anterior post que será que me estoy haciendo mayor y es que además de perder pelo, me hago más cascarrabias (y pedante). Si algo creo haber aprendido es que aún nos queda mucho en «esto de hablar y comunicarnos». Y si bien los que tenemos algún puesto de responsabilidad o estamos a cargo de equipos, somos principales artífices para generar espacios de feedback sano, creo que es una tarea de la que no debería librarse nadie.
Como dice Javi a continuación: El objetivo NO es tener la razón.
Menos bucles, más conversaciones.